Vicario de la Esperanza Joven intervino en la XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos
 
Vicario de la Esperanza Joven intervino en la XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos

Formar para la Libertad, es el título de la intervención que Monseñor Cristián Roncagliolo, Vicario de la Esperanza Joven, realizó en la XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

En sus palabras, expresa que “enseñar a discernir, caminar sin imponer y ayudar a los jóvenes, son claves indispensables para una auténtica conversión pastoral”. Luego, añade: “Quienes trabajamos con jóvenes lo sabemos. Cuando un joven asume libremente cualquier causa compromete su vida hasta el extremo. Lo mismo ocurre con la fe. Cuando un joven abraza libremente el don de la fe crecerá en solidez cristiana, su fe estará más arraigada y la vivirá en ‘salida’ porque no solo tiene algo que enseñar sino porque ha asumido que sigue a ‘Alguien’, quien es su principio vital y camino de bienaventuranza”.

A continuación la intervención completa del Vicario de la Esperanza Joven:

Formar para la libertad

En relación a “reconocer, interpretar y elegir” (cf. IL II Parte 112 ss)


En nuestro tiempo, como se esboza en Gaudium et spes, “Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad” a pesar de que, al unísono, “surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica” (GS 4). Esta paradoja nos desafía a formar jóvenes que comprendan y vivan una auténtica libertad. Sin ella la fe permanecerá superficial, el discernimiento quedará trunco y la capacidad para decidir quedará limitada.

¿Cómo la Iglesia asume hoy este desafío de formar en y para la libertad? Una primera respuesta tiende a evidenciarnos que en la actualidad tendemos a mostrar con mucha claridad la dimensión normativa de la fe y las prohibiciones de la misma –los jóvenes caricaturizan esto hablando de la Iglesia de los ‘no’–. Desde otra vereda, también miembros de nuestra Iglesia muestran una libertad desencarnada, sin consecuencias ni responsabilidad –los jóvenes caricaturizan este estilo como ‘manga ancha’–. Ambas visiones tienen en común una enorme claridad para explicar la doctrina –o para liberar de ella– pero ponen poco empeño en explicar las ‘muy buenas razones’ que hacen que la propuesta cristiana sea el auténtico camino para una vida plena y feliz.

Formar para la libertad, enseñar a discernir, caminar sin imponer y ayudar a los jóvenes y a toda persona a comprender que tiene la capacidad para tomar decisiones definitivas son claves indispensables para una auténtica conversión pastoral. Quienes trabajamos con jóvenes lo sabemos: cuando un joven asume libremente cualquier causa compromete su vida hasta el extremo. Lo mismo ocurre con la fe: cuando un joven abraza libremente el don de la fe crecerá en solidez cristiana, su fe estará más arraigada y la vivirá en ‘salida’ porque no solo tiene algo que enseñar sino porque ha asumido que sigue a ‘Alguien’, quien es su principio vital y camino de bienaventuranza.

Para lograr este objetivo visualizo algunas claves.

Iglesia como ‘laboratorio’ de discernimiento. La Iglesia ha de ser un laboratorio donde el joven aprenda a tomar decisiones, a abrazar la fe progresivamente, a tener herramientas para optar razonablemente. Los criterios de discernimiento han de ser siempre pilares esenciales en los procesos de transmisión de la fe porque ellos ayudan a que este don se arraigue verdaderamente en el corazón de quien discierne. Como señala Francisco: “Somos libres, con la libertad de Jesucristo, pero él nos llama a examinar lo que hay dentro de nosotros deseos, angustias, temores, búsquedas y lo que sucede fuera de nosotros los signos de los tiempos para reconocer los caminos de la libertad plena: Examinadlo todo; quedaos con lo bueno (1 Ts 5,21)” (GE 168).

Aceptar el riesgo de la libertad. San Alberto Hurtado enseñaba acerca del “¡éxito de los fracasos! de ¡Los triunfos tardíos! [...] Afirmaba que “Un fracaso completo aceptado de buen grado, es más éxito sobrenatural que todos los triunfos” (P. Hurtado, Meditaciones al clero de Temuco, 1939). En el santo estaba la conciencia de que el fracaso y el error son parte en el proceso formativo de un joven, porque quien ejerce la libertad se equivocará y ese error puede ser una oportunidad. Debemos aceptar el riesgo de la libertad, estando siempre atentos a ayudar en corregir ideas y decisiones equivocadas, mostrando no solo el error sino tambien la propuesta de Jesús (cf. Benedicto XVI, Mensaje a la diócesis de Roma sobre la urgente tarea de la educación, 2008). Sin duda, un error bien asumido, comprendido y enmendado puede ser el mejor camino para una auténtica maduración humana.

La confianza como principio pedagógico pastoral. Jesucristo una y otra vez dispensa confianza a sus discípulos. En su propuesta esta la certeza que el otro es capaz, y que en el ejercicio de su libertad hará el camino correcto. Esto exige de la Iglesia dar este salto confiando en los jóvenes, en sus capacidades y talentos. También en sus criterios no siempre conformes con los nuestros. Pero quizás la confianza mas honda es la que refiere a estar dispuesto a reconocer en ‘el otro’ un compañero de camino y, por tanto, con quien tenemos interdependencia y simetría. La mutua necesidad que brota de la humildad y del trato de hermanos también permite hacer un camino común.

Formar a ‘contracorriente’. La auténtica libertad se vive en la solidez de las propias convicciones y en el idealismo inconformista de aquel que sabe, que intuye, que quiere que sus convicciones sea una realidad en su entorno. Esto implica un compromiso tal que incluye la incomprensión, la persecución e incluso la entrega de la vida. Esta espiritualidad a contracorriente exige una reciedumbre interior que permite comprender que la libertad auténtica tiene sus costos y que decidirse por Cristo compromete muchas veces la disonancia con el mundo.

Hago mías las palabras de Francisco, presente entre nosotros: “El amor verdadero es la verdadera libertad: aleja de la posesión, reconstruye las relaciones, sabe acoger y valorar al prójimo, transforma todo esfuerzo en don alegre, hace capaces de comunión”.

Fuente: Vicaría de la Esperanza Joven
www.vej.cl
Santiago, Martes 30 de Octubre de 2018
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