Estamos retomando el año llenos de anhelos y esperanzas. La reciente visita de Francisco a Chile ha sido un momento de gracia que, de una y otra manera, toca la vida de los jóvenes provocándolos a salir a las periferias para mostrar la alegría del Evangelio. Particular incidencia tuvo el encuentro de Francisco en Maipú donde alentó a los jóvenes de Chile a preguntarse: “¿Qué haría cristo en mi lugar?”. Esta pregunta refleja la actitud de quien sabe que la plenitud de la vida pasa por acoger y vivir el Padrenuestro donde le decimos al Señor “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
Con esta clara conciencia de que somos buscadores de Dios y peregrinos en esta vida emprendemos el año sabiendo que hemos de ‘auscultar’ el corazón de Cristo para conocer la oferta de vida plena que nos regala.
Un hecho relevante de este año, que nos ayudará a ‘auscultar’, es el X Sínodo Diocesano. En él toda la Iglesia en Santiago quiere profundizar en el tema “Jóvenes, fe y discernimiento vocacional”. A la luz de Dios somos provocados a pensar de que manera hemos de ahondar la evangelización entre los jóvenes. No es fácil el desafío dada la descristianización y la creciente desafección de la Iglesia. Pero, estas dificultades lejos de desanimarnos han de encender la pasión misionera. Como los Apóstoles, que vivieron una travesía a contracorriente en una cultura hostil, estamos llamados a poner lo mejor de nosotros para que muchos mas crean y se conviertan. Y junto a ello hemos de ser capaces de ‘auscultar’ los signos del tiempo, no solo para criticarlos o para verlos como una amenaza sino para descubrir nuevos ‘cauces’ que permitan que el ‘torrente’ del Evangelio pueda saciar la sed de Dios en nuestra cultura.
La dificultades del tiempo, muchas de ellas causadas por nosotros mismos, nos interpelan a pensar de que manera y de que forma podemos mostrarle al hombre de hoy la belleza de la fe y el sentido que tiene la propuesta de Cristo. Hago mías las palabras de Francisco: “Sean ustedes, –se lo pido por favor–, sean ustedes los jóvenes samaritanos que nunca abandonan a nadie tirado en el camino. En el corazón, otra pregunta: “¿Alguna vez abandoné a alguien tirado en el camino? ¿Un pariente, un amigo, amiga...?”. Sean samaritanos, nunca abandonen al hombre tirado en el camino. Sean ustedes los jóvenes cirineos que ayudan a Cristo a llevar su cruz y se comprometen con el sufrimiento de sus hermanos. Sean como Zaqueo, que transformó su enanismo espiritual en grandeza y dejó que Jesús transformara su corazón materialista en un corazón solidario. Sean como la joven Magdalena, apasionada buscadora del amor, que sólo en Jesús encuentra las respuestas que necesita. Tengan el corazón de Pedro, para abandonar las redes junto al lago. Tengan el cariño de Juan, para reposar en Jesús todos sus afectos. Tengan la disponibilidad de nuestra Madre, la primera discípula, para cantar con gozo y hacer su voluntad” (Discurso en Maipú).
+ Cristián Roncagliolo Pacheco
Obispo Auxiliar de Santiago
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