Editorial

SER SACERDOTE NO VALE LA PENA... VALE LA VIDA

Monseñor Cristián Roncagliolo. Vicario de la Esperanza Joven

La pastoral vocacional resulta hoy un desafío particularmente exigente para la Iglesia.

En efecto, innumerables signos de los tiempos indican un cierto letargo en el discernimiento, dificultades para el compromiso y la no necesaria convicción de que la vida requiere decisiones trascendentes que la ‘tocan’ integralmente para siempre. Con esta premisa hay algunos puntos que no podemos soslayar: 

Toda pastoral de la Iglesia ha de estar orientada al discernimiento vocacional. En efecto su objetivo último es ayudar al creyente a descubrir el camino concreto para realizar el proyecto de vida al que Dios lo llama, su camino de santidad. De ahí que toda la pastoral ha de dialogar entre sí en clave vocacional. 

La pastoral juvenil y pastoral vocacional han de ir de la mano. La pastoral vocacional se apoya, surge y se desarrolla en la pastoral juvenil. Por su parte, la pastoral juvenil, para ser dinámica, completa, eficaz y verdaderamente formativa ha de estar abierta a la dimensión vocacional. Esto significa que la dimensión vocacional de la pastoral juvenil no es algo que se debe plantear solamente al final de todo el proceso o a un grupo particularmente sensible a una llamada vocacional específica, sino que ha de plantearse constantemente a lo largo de todo el proceso de evangelización y de educación en la fe de los adolescentes y de los jóvenes. 

La oración ha de ocupar un lugar muy importante en la pastoral vocacional. Lo dice claramente el Señor: ‘Orad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies’ (Mt 9, 38). La oración constituye el primer e insustituible servicio que podemos ofrecer a la causa de las vocaciones. Puesto que la vocación es siempre un don de Dios, la llamada vocacional y la respuesta a dicha vocación solo puede resonar y hacerse sentir en la oración, sin que ello sea entendido como un fácil recurso para desentendernos de trabajar en la evangelización de los jóvenes para que se abran a la llamada del Señor. 

Siguiendo las coordenadas anteriores, urge constituir una pastoral juvenil sólida, que plantee no solo una educación en la fe consistente sino también el ideario de anhelos altos que muevan al joven hacia la conquista de cosas grandes, entre las que la vocación se ubica en un lugar preferente. Cuando hay ideales altos, hay capacidad de luchar, hay necesidad y disposición a la conversión, hay fortaleza para volver a ponerse de pie, hay capacidad para decisiones definitivas, hay disposición para ir contracorriente, hay convicción alegre que se contagia, hay una determinación convencida que moviliza la vida hacia la santidad teniendo siempre en el horizonte la vida eterna. 

La vocación sacerdotal es una propuesta llena de vida, que nos lleva a entregarnos por entero con la certeza que Dios conduce nuestros pasos. Por ello, el que se decide por el Señor, lo hace por un amigo exigente que te invita a una apasionante aventura marcada por las bienaventuranzas y exigida por las obras de misericordia.

+ Cristian Roncagliolo Pacheco
Obispo Auxiliar de Santiago
Vicario de la Esperanza Joven

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