Mons. Cristián Roncagliolo Pacheco Vicario de la Esperanza Joven.
La Cuaresma es tiempo para vivir una auténtica conversión del corazón. Como enseña Francisco es un “signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, que siempre hay que renovar” (Mensaje Cuaresma 2017)
La conversión, a la que apela la Cuaresma, es para despojarnos de nuestros egoísmos, de nuestro hombre viejo y renovarnos según la gracia de nuestro Bautismo para amar y servir. Es la invitación a cambiar, a vencer el pecado y a configurar nuestra vida con la de Jesús. Por ello, cuando se nos imponen las cenizas en la frente se nos dice “conviértete y cree en el Evangelio”.
En esta Cuaresma los invito a tomarse en serio esta llamada a la conversión. Para ello la Iglesia nos da algunos consejos: cultivar la oración constante, que puede expresarse en un compromiso de hacer una determinada oración cada día para que esta sea una verdadera ‘ancla’ que nos mantenga unidos al ‘puerto’ del Señor.
También la Iglesia nos invita a cultivar el ayuno, que no solo implica privarnos de ciertos alimentos –como de carne el miércoles de ceniza o viernes santo– sino que también nos provoca a ser creativos y ejercitarnos, por ejemplo, en el ayuno de palabras poco edificantes, de sitos web que no nos ayudan, de conversaciones insanas, de ciertos ‘carretes’ que no nos dejan nada, de relaciones que no nos ayudan a crecer, etc. El ayuno es la oportunidad para privarnos de aquello que nos hace mal, y que nos limita en el amor.
Finalmente, para vivir bien este tiempo de conversión, la Iglesia nos invita a ejercitarnos en la penitencia, que es un camino de mortificación que nos asocia al sufrimiento del Señor y de tantos hermanos. La mortificación no es un fin en si mismo sino es una ayuda sencilla que nos prepara para el combate espiritual a semejanza de como se preparó el mismo Señor en el desierto durante cuarenta días para resistir las tentaciones del demonio.
Pidamos a Dios que nos regale un espíritu humilde para reconocer nuestra, para convertirnos de corazón y para tener una nueva vida fundada en Cristo.
Hago mías las palabras de Francisco en su mensaje para esta Cuaresma 2019 “abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales (...) No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión” (Mensaje Cuaresma 2019).
